Pastel de Algodón Japonés: un bocado que se derrite en tu boca
| Hay recetas que parecen hechas por ángeles, y una de ellas sin duda es el Pastel de Algodón Japonés, también conocido como Japanese Cotton Cheesecake o Cheesecake Soufflé. Este tesoro de la repostería japonesa no solo es famoso por su sabor delicado y su textura que se deshace al contacto con la lengua, sino también por su apariencia: esponjoso, suave y con una superficie ligeramente dorada que parece una nube dorada.
A diferencia del clásico cheesecake al estilo neoyorquino que es denso y cremoso, el pastel de algodón japonés es aireado, ligero y con un equilibrio perfecto entre lo dulce y lo ácido. Se hornea al baño María para conseguir esa textura única que hace que cada bocado sea como una caricia.
Este pastel no solo es una delicia, sino también una experiencia sensorial. Cada corte emite un suave sonido al hundir el cuchillo, y al tocarlo, recupera su forma como una esponja encantada. En Japón, se sirve tanto en celebraciones como en meriendas cotidianas, y ahora tú podrás hacerlo en casa con esta receta clara, detallada y con secretos de éxito incluidos.
Ingredientes:
Para un molde redondo de 20 cm desmontable:
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250 g de queso crema (tipo Philadelphia)
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50 g de mantequilla sin sal
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100 ml de leche entera
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6 huevos grandes (separar claras y yemas)
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100 g de azúcar blanca
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60 g de harina de trigo común (todo uso)
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20 g de maicena (fécula de maíz)
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1 cda de jugo de limón
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1 pizca de sal
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1 cdita de esencia de vainilla (opcional)
Preparación paso a paso:
1. Preparación previa
Antes de empezar, asegúrate de tener todos los ingredientes a temperatura ambiente. Esto es clave para que todo se integre correctamente y no se corte la mezcla.
Precalienta el horno a 150 °C (300 °F) y prepara un molde redondo desmontable. Forra la base y los lados con papel vegetal o mantequilla y coloca una bandeja más grande debajo para el baño María.
2. Derretir y mezclar
En una olla a fuego bajo, derrite el queso crema junto con la mantequilla y la leche. Remueve constantemente con una espátula de silicona hasta lograr una mezcla suave, sin grumos. No dejes que hierva. Retira del fuego y deja que se enfríe un poco.
3. Incorporar las yemas
Una vez tibia la mezcla, añade las yemas de huevo una a una, batiendo suavemente. Agrega la vainilla (si decides usarla). Luego tamiza la harina y la maicena directamente sobre la mezcla, e intégralas con movimientos envolventes.
4. Batir las claras
En otro bowl limpio y seco, bate las claras con la pizca de sal. Cuando empiecen a espumar, añade el jugo de limón. Ve incorporando el azúcar poco a poco, hasta que se formen picos suaves y brillantes.
Tip: No batas en exceso las claras. Si las dejas muy firmes, al incorporarlas al resto de la mezcla puede perder aire y no subir adecuadamente.
5. Unir las mezclas
Agrega un tercio de las claras batidas a la mezcla de yemas y harina. Mezcla con movimientos suaves y envolventes. Luego incorpora el resto en dos tandas, sin prisa, sin batir, solo integrando con cuidado. El objetivo es mantener el aire para lograr la textura de “algodón”.
6. Hornear al baño María
Vierte la mezcla en el molde. Colócalo dentro de la bandeja con agua caliente (ya en el horno) para hornear al baño María. Hornea a 150 °C durante 25 minutos y luego baja a 120 °C y hornea 55 minutos más. El pastel debe subir lentamente y dorarse ligeramente en la parte superior.
Apaga el horno y deja el pastel dentro con la puerta entreabierta durante 15 minutos para que no se hunda por el cambio brusco de temperatura. Luego sácalo y déjalo enfriar completamente antes de desmoldar.
Presentación y conservación
Este pastel se disfruta mejor frío, pero puedes servirlo ligeramente tibio si te gusta la textura aún más cremosa. Acompáñalo con frutas rojas, azúcar glas por encima o simplemente solo, para saborear toda su delicadeza.
Guárdalo en un recipiente hermético en la nevera por hasta 3 días. De hecho, al día siguiente ¡sabe incluso mejor!
Consejos secretos para que salga perfecto:
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Tamaño del huevo: Usa huevos grandes. Si los tuyos son pequeños, añade uno más.
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Molde desmontable: Para evitar filtraciones de agua en el baño María, envuelve la base del molde en papel aluminio grueso.
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No abrir el horno: Durante los primeros 45 minutos, ¡no lo abras! Esto podría hacer que se baje o se agriete.
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No te desesperes: Si se baja un poquito al enfriar, ¡es normal! Lo importante es la textura y el sabor.
Un pastel, mil emociones…
Preparar este pastel es un acto de amor. Amor por los detalles, por la textura perfecta, por sorprender a los demás con algo hecho con tus propias manos. Cada bocado es un suspiro de suavidad, ideal para compartir o simplemente para consentirte.
Ahora que ya sabes cómo hacerlo, no hay excusas. ¡Es tu momento de convertir tu cocina en una pastelería japonesa y conquistar corazones con sabor a nube!